Xoel López en la sala Karma. Foto: María Pol

Texto: Inés Veiga Basalo

Fotografías: María Pol

 

Cinco son las veces que he visto a Xoel López en concierto, ¡pero lo del viernes fue pura magia, joder! Pontevedra, 16 de diciembre, la cola de espera ya se desviaba de la puerta de entrada tiempo antes de su apertura. Entradas en mano y últimos cigarros mientras intentábamos evadir el frío de la calle. Al rato, las puertas se abren y los primeros que allí nos encontramos comenzamos a entrar, aprovechando para pedir ese trago que nos acompañaría hasta el “Fin de un viaje infinito”… Y sin querer perder ni un solo minuto más nos aferramos al mejor sitio para no perder detalle. La sala se sigue llenando, cada vez más gente, cada vez mayor nervio acumulado. Jóvenes y no tan jóvenes unidos para despedir una larga -y bonita- gira.

Y al fin aparece, ¡ahí está!, vestido con sus mejores galas y acompañado de su amable sonrisa, recibiéndonos desde el otro lado del charco con “Buenos Aires” y nosotros surcando el Atlántico junto a su música, esta vez acústica. Solo él, sus melodías y todos los que allí nos encontrábamos confesando nuestra humilde voz.

 

Xoel López en sala Karma. Foto: María Pol

 

Ininterrumpidamente, “Antídoto”, “Patagonia” y “Almas del Norte” introduciendo Paramales en el ambiente, cada vez más emocionados, disfrutando del inocente sonido de los cascabeles atados a los cordones de sus zapatos escoltados por el sosegado sonido de su guitarra. “Por el viejo barrio”, surcando otra vez el océano y de seguido, dedicándonos unas palabras a todos los que allí nos encontrábamos, afirmando que no se trataba únicamente de la presentación de su último disco, sino que el guion podría ser eludido a nuestro gusto, a gusto del inquietante público que abarrotaba Sala Karma para hacer de aquella noche, una noche íntima, una noche especial. Una despedida de gira empapada de magia.

Decidido se acerca al teclado y se sienta ante él, acomodándose y deslizando sus dedos por las teclas nos transporta, bajo nuestra sorpresa, a una noche llena “De vino y espejos”. Haciendo retroceder años atrás a los más veteranos, conmocionando a los más mozos y, al mismo tiempo, estremeciendo a los más románticos. Sin dejar atrás su etapa como Deluxe, “Quemas” se convierte una vez más, en una de las canciones por excelencia de sus bolos.

Entre canciones, Xoel confiesa que “le gustan las ciudades en las cuales desembocan ríos”, lo que él no sabe es que más le gusta al Lérez sentir tanto amparo musical a sus orillas, que más nos gusta al público crecer entre conciertos como este. Por eso, “Joven Poeta”, “Hombre de Ninguna Parte” y “Caballero” llegan entre una mezcla de energía y sentimientos, volviendo a presenciar calma ante el sonido de las teclas con “El amor valiente”.

 

Xoel López en sala Karma. Foto: María Pol

 

Esta noche ha optado por deleitarnos a lo grande, así que comienza a acariciar suaves ritmos con su ukelele, introduciendo canciones como “La boca del volcán” y “El cielo”, por petición de un asistente y recordando, con gran apego, a su abuela; de quien inhaló la inspiración para componerla. Y de repente… “Tierra”, no podía faltar, la propia sala se alienta al ritmo de nuestros coros, siendo capaces de acompañar al cantante en cada una de sus letras. Posteriormente, “Todo lo que merezcas” y “Caracoles”, la cual animó a Antonio Pérez a salir al frente a cantar.

No podía librarse de nosotros eludiendo sus principios, así que el tema proclamado esta noche como portavoz de Lovely Luna, “Parando el tráfico” porque… ¿quién no quiere el mundo entero? Haciendo amago de despido con “A serea e o mariñeiro” y tocando por momentos con su guitarra desenfadada a ritmo de Muiñeira; minutos más tarde…

“¡Xoel!, ¡Xoel!, ¡Xoel!, ¡Otra!, ¡Otra!, ¡Otra!, ¡…!”- voceaba el público al compás.

 

Xoel López en sala Karma. Foto: María Pol

 

Vuelve a sentarse al teclado y ¡tachán!… “I’ll see you in London”, junto con más de sus compañeras del tiempo como “Tendremos que esperar”, “Adiós corazón” y “Ver en la oscuridad”. Siendo capaz de lograr un contagio pleno de espíritu y vivacidad -si es que alguien quedaba sin empaparse de buen rollo-. Sin dejar atrás para el despido temas de su discografía más reciente como “Yo vi un hombre desaparecer” y “Asaltante de estaciones”, canción con la que se despide caracterizada por su innegable fuerza de baile, -si es que alguien quedaba sin sentir toda aquella energía por el flujo de su organismo-.

 

¡Hasta pronto, Xoel!

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